miércoles

Perdernos y encontrarnos. (otra vez)

Cuando uno vive constantemente buscando el fallo, buscando el inconveniente, pendiente a razones y a lo superficial, se pierde lo verdaderamente importante. Se está perdiendo la posibilidad de asomarse al otro lado, de desprenderse de toda esa mala vibra y ver más allá. Donde existen motivos y razones verdaderamente dignas de tener en cuenta.
Pero el humano es así. Se pierde pensando en lo que sucedió, en que algo se rompió y está roto, en que no hay vuelta atrás y se olvida por completo de que existen soluciones, otras alternativas, situaciones por las que verdaderamente merece la pena seguir y apostar.

¿Habéis subido alguna vez al transporte público? Siempre tenemos la opción de sentarnos en un lado u otro, en aquel donde da el sol y se ve el paisaje y el otro, donde hay sombra y apenas ves paredes. Es elección de cada uno tomar un asiento u otro, pero aquel que decida ponerse a la oscuridad, se pasará el trayecto quejándose de las vistas. La vida es ese trayecto y somos nosotros los que debemos decidir de qué lado estar, porque es una decisión que nos acompañará durante mucho.
Hay quién prefiere ir en solitario, en su propio transporte, con la vista fija en el próximo paso y sin poder disfrutar de las vistas.

Pero la elección es de cada uno.

Quizás lo mejor sea olvidarnos de los atascos e ir a pie. Parar cuando no podamos más, ir en grupo cuando queramos y a solas cuando lo necesitemos. A nuestro ritmo, creando nuestros propios caminos, buscando nuestros propios paisajes.

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