Hasta llegar al punto máximo donde las
sombras se acumulan, desde la claridad completa y total, la luz y el
brillo.
Poco a poco, con algún grafito duro,
despacito iremos creando el contorno de nuestra mayor obra de arte.
Formando figuras, movimientos y conforme vamos ablandando el número
de nuestro instrumento de producción, concebir los volúmenes y las
formas, cada una de las dimensiones que nos harán reales.
Y es que para hacernos grandes y
completos, debemos empezar con un plano general, por capas, con
calma, distinguiendo los tonos de color, las diferentes gamas de
grises que podemos hallar. Para después atinar la vista, agudizar
nuestra percepción, intuir los detalles, los matices y sacar todos
esos brillos que nos dan forma, y sacar la luz que llevamos dentro. Y
así, llegar a ser tridimensionales, reales e irrepetibles en
cualquiera de otros ojos. Así podremos ser reflejo de lo que somos,
convertirnos en espejos de nuestra forma de mirar el mundo,
identificarnos.
Y ser la mejor versión de nosotros
mismos, y alcanzar el destello que nos defina.
“Porque somos grandes, enormes.”
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